Las ciudades que han llegado hasta nuestros días son el resultado de una serie de superposiciones llevadas a lo largo de los siglos, dotando a las urbes de distintas capas o “estratos” que han definido su configuración actual.
La propuesta surge de la idea de evocar estos estratos y que sean una más de las múltiples capas que conformarán la ciudad a lo largo del tiempo.
El diseño parte del concepto de los estratos arqueológicos por medio de la generación de una serie de capas que afloran del “verde existente», siendo una representación escultórica de las distintas épocas históricas de la ciudad lucense.